“Sé que no puedo salvar a todos los perros, pero quiero ayudar a tantos como pueda”.

Todo empezó con Bella, un diminuto cachorrito de tan sólo 4 semanas que deambulaba por los alrededores de un tempo en Songkhla, Tailandia.

Tamara Johnston, una mujer australiana que vivía en la zona, vio a Bella y supo que tenía que ayudarla, ya que el cachorrito parecía no tener una mamá ni nadie más cuidando de ella.

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“Si no la hubiera cogido, si se hubiera quedado allí, probablemente habría sido atropellada por algún coche”, dijo Johnston. “O sino, pronto habría estado enferma de parvo, moquillo, parásitos en la sangre o sarna… Son enfermedades muy comunes aquí”.

Johnston recogió a Bella y la llevó a su casa, y así fue cómo la terminó adoptando.

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Pero después de Bella, Johnston empezó a ver muchos perros que necesitaban ayuda en Tailandia – perros hambrientos, perros enfermos, perros descuidados. A cada lado al que miraba, veía a otro que necesitaba su ayuda.

“En los países occidentales tenemos refugios y centros de rescate donde los perros pueden ser llevados”, relató Johnston. “Aquí son muy pocos y están muy lejos”.

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Hay un refugio de perros en Songkhla, pero cuando Johnston lo visitó quedó horrorizada por lo que vio.

“No hay fondos para los refugios y los perros están muriendo cada día… enfermos con parásitos internos, garrapatas y pulgas”, comenta Johnston.

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Johnston, que trabaja en Tailandia como profesora de inglés, comenzó a llevar perros a su casa para darles comida, un lugar seguro para dormir y la atención veterinaria adecuada. También trató de encontrar hogares para el mayor número de perros rescatados que pudo, y muchos de los perros han terminado siendo adoptados por familias en Estados Unidos.

Cuando no tiene más hueco en su casa y se encuentra con perros callejeros, al menos se asegura de que reciban comida y cualquier cuidado veterinario que necesiten.

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Pero el problema es abrumador. Sí que existen algunas asociaciones grandes de rescate de animales en Tailandia, así como voluntarios que cuidan de ellos, pero no hay ninguna organización de ese tamaño en Songkhla, según Johnston. Así que, ella hace lo que puede.

Cuando la gente de la zona se enteró de que Johnston estaba rescatando y cuidando perros, la gente los empezó a abandonar en la puerta de su casa.

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“La gente, a menudo, me saca fotos y se ríe, en lugar de ayudarme. Los veterinarios no siempre son la mejor opción. La gente me pide ayuda sin ellos ofrecer ayuda también. Así que, encima de mi trabajo de rescate, también tengo que lidiar con tantos obstáculos exteriores que sólo hacen mi trabajo aún más difícil. Pero he tomado una decisión y nunca renunciaré a estos perros ni a ningún otro animal que necesite mi ayuda”, declaraba Johnston.

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Por el momento, Johnston está cuidando a 38 perros en su propia casa, y también a unos 50 perros en la calle.

Después de pasar seis años rescatando perros, caso por caso, Johnston decidió iniciar oficialmente un grupo de rescate llamado Thai Street Paws. Johnston espera algún día construir una clínica donde pueda ofrecer esterilizaciones y otros servicios veterinarios básicos.

“Sé que no puedo salvar a cada perro, pero quiero ayudar a tantos como pueda”, dijo Johnston. “Esa es la razón por la que me quedo aquí. Quiero marcar la diferencia”.

¿Qué te parece la labor que hace esta mujer?

Fuente: The Dodo

Imágenes: Tamara Johnston

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