¿Te gustaría sacar a tu gato a pasear pero no sabes cómo hacerlo? ¡No te preocupes! En este artículo te damos las claves necesarias.
Si respetas ciertas reglas, pasear a tu gato puede convertirse en un verdadero momento de complicidad, tanto para ti como para tu minino.
Aunque sea más fácil enseñarle a tu gato a pasear cuando aún sea pequeño, también es posible cuando alcance la edad adulta. Todo es cuestión de paciencia y perseverancia. Para ello, deberás adoptar un método progresivo. Durante los primeros intentos, tu gato no estará cómodo. Lo más seguro es que roce el suelo. Sin embargo, con el tiempo y un poco de paciencia, la mayoría de los gatos acaban por aceptarlo e incluso les gusta pasearse con correa. En cualquier caso, si tu gato tiene acceso al exterior, es necesario que identifiques a tu mascota y que preveas una gatera.
Pasear con gato: ¿con arnés o correa?
Existe una larga gama de collares en las tiendas para pasear a los gatos. La seguridad debe ser el criterio más importante a tener en cuenta, por encima del color o del diseño. No debe resbalarse o deshacerse fácilmente. A diferencia de los collares, el arnés evita este tipo de problema. Otra ventaja del arnés es que si el gato tira de la correa, éste tira de su pecho y no del cuello cuando paseas a tu gato.
La correa, que debe estar construida en un tejido ligero, no necesita ser muy larga. Como alternativa al arnés, también existen las «chaquetas de paseo», con una correa que se engancha en mitad de la espalda.
Pasear con gato: un aprendizaje progresivo
Si el aprendizaje de los paseos con correa es bastante fácil con un gatito joven, se convertirá en un proceso mucho más lento con un gato adulto. Sin embargo, la técnica será la misma. Para que puedas pasear a tu gato con tranquilidad, debes ir paso por paso:
1. Lo primero que debes hacer es invertir en un arnés ligero y que se ajuste a su tamaño.
2. Deja el arnés y la correa al lado de su lugar de descanso durante varios días. Debe acostumbrarse a su presencia y a su olor.
3. Juega con el arnés o la correa dejándolos caer delante de tu gato. De esta forma, los asociará a los momentos de placer.
4. Unos días más tarde, ponle el arnés o la correa antes de darle su comida. Debes poder deslizar dos dedos entre el arnés o la correa y su piel. Dos situaciones son posibles: o bien tolera el arnés o la correa y el trabajo será mucho más fácil, o se niega a moverse y eriza los pelos, transformándose en una bola de pelo. En este caso, intenta jugar con él para que comprenda que puede moverse. Quítaselo tras unos minutos.
5. Repite la operación al día siguiente, intentando distraerlo con su juguete favorito, por ejemplo. Debe acostumbrarse a llevar el arnés o la correa.
6. Repite el ejercicio durante varios días aumentando progresivamente el tiempo que lleve el arnés o la correa.
7. Empieza paseándolo en el interior, dentro de casa. Vigila cómo reacciona, y comprueba que no se queda atrapado bajo un mueble. Repite esta etapa durante varios días, hasta que parezca que acepta su arnés o su correa.
8. Es importante que lo animes y que le muestres el máximo cariño posible.
9. Tras ello, intenta seguirle en sus paseos. Coge el extremo de la correa sin tirar, déjalo que se mueva libremente.
10. Después, enséñale a seguirte poco a poco, hablándole de manera tranquila y sin forzarlo.
11. Una vez hayas superado estos pasos, es hora de intentar lo mismo en el exterior: al principio, elige espacios tranquilos.
12. No lo olvides: la paciencia es la clave del éxito.
La identificación y el chip electrónico: obligatorios para los gatos de exterior
La identificación con chip electrónico está muy recomendada para los gatos que tienen acceso al exterior. Es obligatoria si quieres viajar con tu gato. Es un dispositivo exterior que permite la lectura del número de identificación. Todos los veterinarios, refugios, depósitos, policía y bomberos poseen lectores. A diferencia del tatuaje, que puede borrarse con el tiempo, el chip es permanente e infalsificable.
El chip electrónico o microchip tiene el tamaño de un grano de arroz, y contiene un código único que identifica al animal. Se coloca a la altura de la nuca, y el encargado de hacerlo será el veterinario. Esta intervención no necesita anestesia y no es dolorosa ni peligrosa para tu compañero de cuatro patas. Además, es invisible.
El collar: una precaución complementaria
Aunque tu gato esté provisto de un chip electrónico, siempre es aconsejable ponerle un collar en el que estén escritos tus datos. Invierte en una chapita de identificación en la que grabes tu nombre, dirección y número de teléfono. Si pierdes a tu gato, esto te ayudará a encontrarlo más rápido, ya que si alguien recoge a tu gato extraviado podrá contactar contigo directamente.
La gatera: un sinónimo de libertad
Para no tener que estar pendiente de abrir y cerrar la puerta todo el rato si tu gato quiere salir, instalar una gatera es la solución. Actualmente existen incluso gateras electrónicas que reconocen a tu gato gracias a la lectura de su chip electrónico. Este sistema impide que los gatos ajenos entren en tu casa. Además, puedes bloquearla de manera automática durante la noche para impedirle a tu gato que salga en cuanto empiece a atardecer.
Y a ti, ¿te gustaría intentar pasear a tu gato?